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DON MANUEL ARTURO ACOSTA SIERRA( RIPIPIN)

DON MANUEL ARTURO ACOSTA SIERRA(  RIPIPIN)

 

 

 

 

Abraham Méndez Vargas

 

DON MANUEL ARTURO ACOSTA SIERRA

(RIPIPIN)

 

(Poema en prosa)

 

 

Era don Manuel Arturo Acosta Sierra un poeta que aspiraba una canción distinta en el lenguaje eterno de las olas, y sus blancas palomitas de maíz tenían a veces, cuales devoradores ocasos, de esa exquisita sal de fuego donde el mar encuentra vida y desenvolvimientos briosos.

 

El flamboyán en flor de sus días intactos abanicaron su amor perenne con las nubes purpúreas de su voz augusta. Por él los pájaros del campo remontaban el canto de la esperanza para vestirse de cielo donde brillaban el rostro del otoño y la pelambre impía de un destino infausto.

 

Los sueños incumplidos de las flores exiliadas de sus mundos interiores crearon una risa dura donde todo, hasta aquellas palomitas de maíz, era blanca sal de mar, copo de nube, ósculo externo, y los sonetos inefables del poeta cerraron como cofres las viejas puertas del dolor.

 

Pudo, y quiso, trepar el árbol de las ciencias. Pero su gesto de amor sin límite quedóse irrigando las raíces del árbol de la vida.  Pasaron, así, los años y la misteriosa esencia de su voz insepulta y noble, sonreía junto al mar embriagador del paisaje absorto, mas su corazón de niño ansioso de un vuelo más eterno que las nubes, exilió el aroma natural de las flores de los sueños incumplidos.

 

En el amigo don Ripipín, entonces, las montañas que remontaban los enigmas y cubrían los horizontes de lado a lado del corazón, y las montañas, y el Lago, y los pájaros, y la tierra adentro, eran como círculos de versos inmortales, pensamientos nobles, humedecidos por el llanto del amor, para que se tornaran en inmensas rocas de fe, rocas que en brazos del viento entregaban las cosechas vivas del afecto que nos redime, y desde entonces ya no veo sólo al poeta sino al pensador que al pie del árbol de la vida nos grita con su bello Ideal de que el hombre es auto-indestructible universalmente, pudo haber estado con toda su nobleza en el mismo cogollo del árbol de las ciencias!

 

Nota: este homenaje al filósofo y poeta neibano fue publicado por Abradjam Méndez, en el periódico regional La Verdad del Sur, sección Las Dunas, página 18, en la edición del 23 de febrero del año 1990.

 

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