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CAP. V, DE LA NOVELA EN UN SANTIAMEN /Abraham Mendez V.

 

V

- MUNURA SERA la Capital de la República, ¿no?.

 

Para Rosina del Prado Viuda Mariano la Capital del país debía ser Munura, Jimaní, propiamente a la que pertenece, está frente a frente con la República de Haití. Frontera con frontera. No se explicaba ella por ejemplo, ¿por qué en Munura, una cuña de tierra de Jimaní, ¿no?, no se han establecido siquiera almacenes de abastecimientos internacionales, teniendo las multicolores guaguas haitianas que viajar cientos de kilómetros hasta Santo Domingo de Guzmán?. c0 es que, acaso, la frontera no es un universo duro y real y siempre mucho más perentorio que cualesquiera otros predios de nuestra amada Quisqueya?

 

- Es verdad. Munura será la Capital.

 

Venía manejando el jeep a gran velocidad. No sé si Rosina podía oírme claramente. La voz golpeada por la brisa, era un gesto de amor. Era de mañanita. ¡Oh, cuán hermoso es Fons Parisién!. Por la carretera internacional, nubes de piedras y polvaredas del otro mundo, en medio de una vegetación inexistente, en grado cero; completamente deforestado el paisaje montañero; los breves llanos de casitas de mampostería y ranchos de lodo fatal; vimos mujeres morenas que se bañaban desnudas, lavando sus partes secretas sin el menor miedo a ser miradas por los transeúntes. ¿Sí?. Me pregunto si mi bisabuelo, Don Eusebito, que de antaño comerciaba con Haití sus cargamentos de ceras de abeja, gozaba con las negras haitianas, pensando que sí, que la frontera debía ser la Capital de la República. ¿No?. Don Arzeno, mi padre, no lo llegó a conocer, como tampoco yo llegué a conocer a ninguno de mis abuelos, aunque sí, como se ha visto, a mis tocayas abuelas.

 

Eran aquellos los tiempos de visos de revoluciones, y nomás se hablaba de "los bolos" y los "colús". ¿No?. Estos son ya otros tiempos. Mas el viento siempre retrotrae esos visos de revoluciones, pues la consolidación de nuestra democracia es un sueño todavía. El alba se había abierto como un lirio. Moderamos la velocidad. Íbamos atraídos en medio de aquel pasaje agreste y hermoso, tremendamente hermoso. Como una columna de gracia uniendo la Sierra de Neiba con la Sierra de Bahoruco, destaca base horizontalmente entre otros nubarrones escarlatas, una inmensa nube; era semejante a una gran viga incendiada por el sol que la devoraba en su amor de fuego inconmensurable...

 

- Dios es el más grande artista. - Unjú, es el Padre del gran Arte.

- Y nada habla mejor de El... que la naturaleza misma. La creación toda, desde los colores del colibrí, o del pavo-real, o del arco iris, hasta los mensajes de luces de las estrellas... allende... Y que esperan, con dolores de partos, el Reino de los Cielos...

 

- Si, more, tienes toda la razón.

 

Estas sus tiernas palabras llegaron hasta mis oídos junto al amoroso abrazo que me prodigó, ¡y por poco nos cuesta la vida, en una curva...! Entonces no pensé con mi abuela paterna eso de que la gracia de una mujer puede ser el motivo de su desgracia, ni agregué, que puede ser también la desgracia de un hombre, porque carecía, en ese instante, de un sentimiento trágico como pueblo que somos. No. ¿Y cómo pensarlo?. Antes bien, la brisa fresca nos daba en el rostro, haciéndonos llorar, hizo que la dulce señora del Prado percibiera aquel instante de emoción inefable como algo verdaderamente irrepetible. Y pasado el peligro de la gran curva de arena y vientos recios, volvió a abrazarme llorando de emoción. No me recalcó entonces que Munura será la Capital del país. De haberlo hecho yo me hubiera retorcido a carcajadas, como un niño enloquecido, rezongándola, diciendo: "Sí, Munura será la Capital de la República; y Ud., mi diosa, será la Presidenta, ¿no?. Pero que va; ella no recalcó eso, cuando pasamos el peligro y volvió a abrazarme llena de amor. Entonces me dijo:

 

- Nadie se muere en la víspera...

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