VERSOS TRIUNFALES A LA RAZA AMERICANA
VERSOS TRIUNFALES A LA RAZA AMERICANA
Cada hombre, cada mujer americana
es del tamaño de su frente,
pero su frente es más alta que el cielo
si el amor alienta los horizontes
de sus sienes.
Cada hombre, cada mujer americana,
su raza,
eso dicen, es del color de su piel,
pero debajo de su piel sólo hay ríos
de agua de azúcar y árboles
de verdes hojas
y flores y frutos
que la madre natura endulza.
Toda la piel es un manto de flores diversas,
como un arco iris de amores eternos.
Bajo la cáscara, los árboles
sólo son árboles.
Cada hombre, cada mujer americana
es una persona,
capaz de salvar con su amor
la sangre azul del cangrejo,
capaz de salvar con su sangre
a un hombre o mujer
que en cualquier parte del mundo
necesita transfusión sanguínea,
sin que ello sea según el color de la piel,
perdón, iba a decir según la flor de la piel.
Debí decir que cada mujer
de la tierra conecta al hombre
con la línea genética mitocondrial
de la primera Eva, por cierto africana es
la Eva madre de la mujer blanca,
la Eva madre de la mujer negra,
la Eva madre de la mujer amarilla,
la Eva madre de la mujer blanca caucásica,
la Eva madre de la mujer mulata, y en fin,
la Eva madre de la mujer mongólica...
Y digo que la mujer pare hombre
y pare mujer.
Digo que Dios no creó sino la humanidad,
que las razas no son sino
una cuestión cultural,
gracias a los bancos genéticos homogéneos,
quizás a causa del miedo
a procrear con extraños
que en aquellos tiempos remotos
pudieran comérselos vivos
y estaban más seguros
con su prole y su pareja,
gracias a los colores
de su amorosa piel.
¿En qué momento comenzó
a crecer el cerebro del hombre
al hacerse carnívoro?
¿Al derramar la sangre
de los cuadrúpedos
dejó acaso la humanidad
su corazón enterrado
junto a los fósiles de las cavernas?
Y digo que América es multicolor,
un arco iris de sueños posibles
e imposibles,
hijos del cruce y del mestizaje
desde todos los rincones
de este melón rodante
que es el globo terráqueo nutricio
del espejo.
Sí, amigos, en el mundo no existen
las razas como creyeron
Toussaint y Dessalines en Haití,
con su vano intento
de tener una Isla uniconsanguínea....
En América no existe más
que la raza humana que Dios creó,
la hembra y el varón,
yin y yang
como dualismo del mundo entero,
y del Universo.
Cada hombre, cada mujer americana
es del tamaño de su frente,
pero su frente es más alta que el cielo
si el amor alienta los horizontes
de sus sienes.
Barahona, 5 Octubre, 2004
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