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SINFONIAS DE LA PATERNIDAD

SINFONIAS DE LA PATERNIDAD

 

 

 

SINFONÍAS DE LA PATERNIDAD

 

 

(A mi hija

TAIANA HORIA MÉNDEZ CUEVAS

con motivo de su nacencia y que hoy,

también, según veo, es poeta precoz).

 

 

 

 

 

 

CÁNTICO PRIMERO

 

Si das para morir de amor,

tendrán tus dominios la voz de los siglos.

No habrá diluvio que apague

ni bajo los mares, ni sobre la tierra,

ni en los sueños, la chispa de fuego

del canto estremecido que brotará de ti,

a cada instante. Si das, entre rosas,

para morir de amor, no serán

auroras podridas de flores,

ni ósculos con lumbres de tardes murientes,

el fruto eterno recién traído a tus manos,

el fruto del árbol que desde el fruto

de otro árbol venía abriendo tu voz

desde el centro iluminado del cosmos.

Invención novísima en harapos. Amor

de corazón abierto y sangrante,

abertura de la luz, espadón de sombras

que nos enseñaron sus secretos interiores,

hombre-tierra por quien rota la ilusión

en los caminos sin cruces de esperanzas

con el empuje directísimo de la luz

y se tira y traslada,

con el oleaje ensordecido de los mares

de energía del corazón

hasta los subterráneos

castillos de las montañas marinas.

Hoy casi siempre el tiempo,

el tiempo no deja de pasar porque nadie,

absolutamente nadie

ha podido aprehender el polvo rosa

de esta ala de mariposa

que ha venido de tan lejos

al lago del combate

sólo con el escudo de sus bellos colores.

Inclinarás, pues, tu frente de fruto agraz;

 intuirás en las nubes

que retratan el futuro

los secretos designios

del nuevo apocalipsis 

y volverás a las viejas correrías,

galopando la escoba rota del destino,

o tejiendo las fingidas prisiones del mundo.

 

Entonces -¡oh hija mía!, rocío

de carne sobre la rosa al alba

de mi espíritu-,

el cielo de nubes se partirá en dos,

y una luz rectísima desde lo hondo del altísimo

vendrá : mas, todos,

todos hablarán después de ti,

después de ese ahora que viene de camino

por el último recodo de la cruz;

Si das, entre rosas, para morir de amor,

ciudad donde las sombras perecerán

por siempre jamás!

 

 

 

CÁNTICO SEGUNDO

 

 

Oh, ciudad de la luz, agua salvadora,

chispa de fuego, átomo luminoso,

minúsculo secreto poder

que en todo ser impulsas!

¿Quién ha conmovido los interiores cielos

de mis manos?

¿Quién me ha buscado para tu voz

el vientre puro de la luz?

¿Quién desde la eternidad,

o desde los átomos incendiados

de la sangre

venía rompiendo el cristal absorto

de tus ojos?

¿Quién, hija mía? ¿Quién, Horia mía?

¿Acaso la luz salvadora de los mares?

 

 

Ah, miro las nubes,

,sólo ama la vida aquel

que  ha vencido la muerte!

 

Entonces el día viene-va

despertando los pisados pétalos

de la libertad;

toda la sublime claridad de estas horas,

sin embargo, no ha omitido

la ausente estrella de la noche.

 

Desde la cuna de sueños en que te miro

como esta poesía

que vive en las celestes mariposas,

en cuyos reinos un platillo volador

transporta la materia de otros mundos

más altos y mejores,

hay una huida de sombras,

hay una cámara ciega,

hay un  relámpago de miedo,

rosa de fuego eterno,

espacio donde la música inexorable

de los astros

nos dice que sólo ama la vida

Aquel que venció el aguijón perpetuo

de la muerte;

y las nubes -hija mía-,

los cielos de blancas nubes estoy mirando,

desde el cristal absorto,

desde el cristal absorto de tus bellos ojos...

       

    

 

 

 CÁNTICO TERCERO

 

No te conformarás

con ver las sombras cayendo

en la canasta sin fondo de tus penas,

de tu angustiada finitud frente a la muerte,

de tu suelo único en sequía

o de tu afanosa

actitud e impotencia ante

el cáncer de los días.

Domarás los espacios cósmicos

de una cebolla

y comprenderás mejor

su ciencia desde el minúsculo destello

que la viste

de magia y realidad,

como a una galaxia invencible.

Sembrarás estas tierras,

hijas del sol

y hermanas del cactus y elevarás

tu silencio de palmera en germen y dirás:

 

-Estos juguetes místicos que no entiendo,

este padre-madre que me habita,

y esta cuna de espumas,

fueron el pesebre necesario

con que el supremo poder de Dios creó

el universo

luego de asirse a mis barrotes de ensueños,

y dijo : ¡Hágase la Luz!, y me hizo

carne clonada de barro espiritualizado.

La naturaleza vino de la luz entonces

como huyen las sombras

de tus manos

cuando prendemos

la eléctrica bombilla del insomnio,

mas, no sé, aquí ella permanece... insomne;

mas, en la luz del principio de todo,

la bombilla quedó rota

para este orden infinito,

en siete perfumes cósmicos

tornados en siete ángeles

que aún custodian

el recorrido del huerto de la armonía,

y los redobles de la creación.

Eres, entonces, hija mía que recién naces,

eres lo que entra la vida... ... ... ... ... ...

 

 

 

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...!

 

Neiba, 15 diciembre 1989.

 

Nota: Poema central del libro SINFONIAS DE LA PATERNIDAD, 2005, Editorial Gente, Santo Domingo, República Dominicana, de Abraham Méndez V, miembro de la Red Mundial de Escritores en Español, fundador del Movimiento de la Poesía Informalista.

 

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